Oramos con el salmo 83 para sanar nuestro espíritu.
Mónica nos invita a la oración con una dulce lectura.
Dichosa esperanza del peregrino
¡Oh cuan amable es tu morada,
Yahvé de los ejércitos!
Suspirando, desfalleciendo,
anhela mi alma los atrios de Yahvé.
Mi corazón y mi carne
claman ansiosos hacia el Dios vivo.
Hasta el gorrión halla una casa,
y la golondrina un nido
para poner sus polluelos,
junto a tus altares, Yahvé de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío.
Dichosos los que moran en tu casa
y te alaban sin cesar.
Felices aquellos cuya fuerza viene de Ti,
y tienen su corazón puesto en tu camino santo.
Atravesando el valle de lágrimas
ellos lo convierten en lugar de manantiales,
que la lluvia temprana
cubrirá de bendiciones.
Y suben con vigor creciente
hasta que Dios se hace ver de ellos en Sión.
Yahvé de los ejércitos,
oye mi oración;
escucha, oh Dios de Jacob.
Pon tus ojos, oh Dios, escudo nuestro,
y mira el rostro de tu ungido.
Un día solo en tus atrios
vale más que otros mil.
Prefiero estar en el umbral
de la Casa de mi Dios que habitar
en los pabellones de los pecadores.
Porque sol y escudo es Yahvé Dios;
Él da gracia y da gloria.
Él no rehúsa ningún bien
a los que caminan en inocencia.
Yahvé de los ejércitos,
dichoso el hombre que confía en Ti.